A las 8 de la mañana estábamos despiertos y abandonando nuestro "Resort". Lo primero era buscar un lugar donde desayunar algo. Lo de "algo" en un sentido figurado claro, porque aquí en USA algo implica por lo menos 600 calorías y un 30% de la grasa diaria recomendada por la OMS. No fue difícil encontrar un sitio, en la mediana de la carretera de los cayos hay cada pocos cientos de metros gasolineras, tiendas de comida y restaurantes de comida rápida.
Hoy queríamos visitar los Everglades, uno de los parques nacionales del país. Los Everglades es una basta extensión de terreno pantanoso al suroeste de Miami hábitat de multitud de aves, reptiles, caimanes y cocodrilos. Vamos una especie de Doñana pero algo más salvaje y sin linces.
El día estaba más soleado así que antes de visitar el parque intentamos probar suerte y hacer kayak en uno de los parques estatales de los cayos en Cayo Largo. Pagamos nuestro nueve dólares de admisión pero no hubo suerte. Debido al mal tiempo el alquiler de kayaks estaba cerrado. Realmente la temperatura es muy buena, pero es cierto que en cualquier momento se levanta el aire y cae un diluvio de 5 minutos.
Ya que habíamos pagado la entrada, hicimos las dos rutas a pie del parque, visitamos el acuario que tenían en el centro de visitantes y dimos una vuelta por sus playas. La playa aquí era bastante menos apetecible que en el parque de Bahía Honda. Las orillas de este parque estaban cubiertas por Manglares y el agua parecía turbia. Aparte estaba bastante revuelta por el viento. Las rutas a pie no estaban mal aunque había que tener bastante cuidado y no salirse del camino ya que había varios árboles venenosos al contacto que estaban marcados con cintas fucsias.
Lo más gracioso de este parque eran los cañones recuperados de un buque español que se hundió en sus costas sobre 1700 por culpa de un huracán y que se exhibían en la playa. Una pena que no se pudiera alquilar una canoa para dar un paseo por los manglares. Hubiese estado muy bien.
Dejamos atrás la carretera de los cayos y nos fuimos a los Everglades a medio camino entre Miami y Cayo Largo, en la población de Homestead. La entrada al parque son 25 dólares y te permite pasear por los distintos trails que salen del camino principal. La entrada te permite acceder al parque durante los sietes siguientes días.
Las rutas más famosas son las dos primeras y es en las que es más sencillo encontrase caimanes, lo cual no significa que sea en absoluto sencillo. Nosotros pudimos ver dos. Uno bastante grande justo debajo del puente por el que pasábamos que según nos vio se metió a descansar bajo el agua y otro más pequeño que estaba tan tranquilo en medio de uno de los pantanos. Esperábamos ver muchísimos más la verdad.
Lo que sí se ven son muchísimos pájaros por todo el camino. Ibis, cuervos, una especie de Águilas negras... Hay que tener cuidado porque ellos son bastante imprudentes y no se mueven cuando los coches se acercan. De hecho creo que jamás hemos visto unas carreteras con tantos animales atropellados en sus arcenes. Nosotros estuvimos a punto de atropellar una tortuga que cruzaba tranquilamente la carretera
La carretera de los Everglades se tarda en recorrer unos 50 minutos y lo cierto es que cada ruta es distinta al resto. En unas vas entre manglares, otra entre pinos, otra palmeras tropicales, otra por encima de pantanos... A mí personalmente me pareció que merecía mucho la pena recorrerlas todas y llegar hasta flamingo, aunque nosotros no lo hicimos porque la noche se nos echaba encima.
Importante cuando se entre en los distintos caminos ir bien impregnado en repelente anti mosquitos. Nosotros nos confiamos y tenemos varias picaduras en los brazos y piernas. El típico paseo por los Everglades en Airboat se contrata fuera del parque con compañías privadas (por cierto en Groupon hay ofertas para ahorrarse algo de dinero). Yo me quedé con las ganas de hacerlo, sobre todo para ver algún cocodrilo más, pero ya no nos daba tiempo.
Al atardecer llegamos a Miami Beach. Aquí aparcar el coche en la calle es carísimo, 4 dólares la hora. Así que es mejor llevarlo a un parking privado donde te cobrarán entre 20 y 30 dólares por una noche. Nuestro hostel... Pues bueno, muy en la línea de los alojamientos a los que realmente suelo ir. Una habitación con doce camas y algún compañero de habitación especialmente cerdo que deja todo tirado por el suelo. Aquí el alojamiento es bastante caro, así que había que economizar.
La primera impresión de Miami Beach es que es una ciudad patrocinada por Tomy Mels. Todos sus edificios están construido al estilo de los años 50, con luminosos de colores, las tipografías típicas de estos años, palmeras en las medianas... Es como la entrada al parque Warner. La verdad es que uno no sabe si está andando por Miami o por el decorado de una película o el Grand Theft Auto.
Todo es brillante... Como si quisiera mostrar a los turistas aquello que esperan de esta ciudad. Los coches y la gente parecen salidos de un videojuego. Coches de los 70 que parece que van a despegar, hombres con bikini, bandas latinas escuchando música en la calle... Muy auténtico todo. Nosotros dimos un paseo por el paseo marítimo hasta que encontramos un lugar donde cenar. Estábamos tan cansados que no tardamos en volver al hostel a dormir, o al menos intentarlo.