Cayo Largo, 29 de octubre de 2016
Nosotros amanecimos por el jet lag sobre las 6.30 de la mañana. El día amaneció media hora después nublado y con amenaza de tormenta. Durante el desayuno la amenaza de tormenta se cumplió, estaba cayendo un diluvio sobre Miami y justo nuestro primer destino eran los paradisiacos cayos y playas del sur de Florida.
Hacía 6 años que no venía a Estados Unidos pero hay cosas que siguen sin cambiar. Los americanos siguen viviendo en la cultura de los envases y la contaminación. En el desayuno todo eran cubiertos de plástico y los platos y vasos de ese material "acorchado" con el que estaban hechos los envoltorios de las hamburguesas hace años y que en España ya no se usan por ser escasamente ecológicos.
Seguía lloviendo con fuerza, pero había que confiar en el dios del viaje y emprender camino hacia los cayos con la esperanza de que allí estuviera más despejado. El primero de los cayos, Cayo Largo, se encuentra a poco más de una hora de Miami. Desde ahí comienza la famosa y pintoresca Overseas Highway, una carretera que comunica las distintas islas y que llega hasta Cayo Hueso (Key West).
Esta carretera en un primer momento fue una línea de ferrocarril para el transporte de mercancías que se hizo entre 1905 y 1912. En 1935 se transformó para aceptar el paso de vehículos tras ser dañada por un huracán y en 1972 se reformó dejando ciertos tramos abandonados, siendo sustituidos por una carretera más moderna que corre en paralelo.
En total la carretera se puede recorrer en unas dos horas desde Cayo Largo a Cayo Hueso. El alojamiento aquí es especialmente caro y más aún cuanto más cerca de Cayo Hueso te encuentres. Nosotros encontramos un "Resort" en Cayo Largo por 78 dólares la noche. Lo de Resort es una interpretación muy libre. Básicamente Riptide, que así se llama el lugar, es un terreno parcelado con varias mini casas móviles y unas habitaciones sencillas. Para dormir nos sobra.
Paramos en el hostel a dejar nuestra mochila y el hombre nos aconsejó que de camino descansáramos en Bahía Honda. Nos dijo algo de una fiesta que había en Cayo Hueso y que habría mucha gente, pero tampoco le hicimos mucho caso. En los cayos todo el ocio está relacionado con el mar y la playa. Se puede pescar, hacer snorkel, bucear y disfrutar de sus playas pero con este día que seguía nublado no sabíamos si íbamos a disfrutarlo mucho pese a que la temperatura era muy buena.
El camino hasta Bahía Honda es pintoresco. En los laterales hay todo tipo de negocios relacionados con la pesca y el ocio marítimo. Todo tiene un aire.... Antiguo, tirando a decadente, como una película americana noventera. Te puedes encontrar todo tipo de animales marinos a tamaño gigante como reclamo en las entradas de los negocios... Langostas, ostras, delfines...
Se puede parar en la carretera y hacer fotografías, pero no en todos los lugares, los puentes se reservan para la circulación. Por el camino están señalizados distintos parques estatales a los que se puede acceder pagando una pequeña entrada con el coche. La entrada a Bahía Honda eran nueve dólares para dos personas.
Allí se puede dejar el coche y pasear y bañarte en sus playas totalmente acondicionadas con duchas y vestuarios o hacer algunas de las rutas que te proponen. Aquí hay que hacer una puntualización para no llevar a engaños. Para un americano, acostumbrado a moverse en coche incluso a casa del vecino, una ruta implica que andando el recorrido sea de menos de 10 minutos. Así que nadie espere un largo camino entre manglares y playas tropicales.
El tiempo estaba empezando a mejorar y había parado de llover. Paseamos por las dos rutas que tenía el parque. La primera te llevaba a lo alto de la antigua autopista y la otra era un camino entre distintas plantas paralelo a la playa. La vuelta la hicimos por la playa, llena de varios tipos de aves y cangrejos. Lo bueno de que el día estuviera nublado al menos era que no había apenas gente, y menos mal porque las playas tienen una anchura de poco más de dos metros.
A las 15 de la tarde pusimos rumbo al punto más al sur de Estados Unidos, Cayo Hueso a tan sólo 180 km de las costas cubanas. Aparcamos donde pudimos y bajamos andando al centro de la ciudad. Lo primero fue hacernos una foto en el famoso tapón que nos indica que Cuba está a solo a 80 millas.
En Cayo Hueso es famoso su atardecer, pero con un día así de nublado está claro que no íbamos a ver nada que se nos quedara grabado en nuestras retinas... O sí. De repente vimos a gente disfrazada de... Halloween? Bueno miedo daban, pero no por sus disfraces... Una calle cortada, entonces caímos en la cuenta. Esa era la fiesta que nos había contado el dueño del hostel.
Según fuimos avanzando poco a poco nos íbamos sorprendiendo más y más. Al parecer era la fiesta del Fantasy Parade, una suerte de desfile similar a nuestro orgullo gay pero bastante más subido de tono. Gente de todas las edades, pero sobre todo gente muy muy mayor, semidesnudos o semidisfrazados, según como se quisiera ver, paseando por las calles de Key West. El body Painting era una opción muy socorrida para aquellos que sólo llevaban un tanga (y en el mejor de los casos).
Fuera los complejos. Aquí nadie era delgado o gordo, mayor o joven, feo o guapo para no enseñar cacho (aunque primaba la gente gorda, mayor y fea). Quien más, quien menos mostraba sus encantos. Algunos disfraces estaban especialmente trabajados, otros eran un tanga y poco más. El ambiente festivo inundaba el lugar, los bares servían cervezas en sus barras en la calle y todavía no había ni siquiera empezado el desfile que era a las 19.
Aquello, como podéis ver en las fotos prometía y mucho. En varias ocasiones uno querría no haber visto según qué disfraces y personas, pero se puede decir que en general la fiesta era hipnótica. A cada paso había algo que ver y ser digno de ser fotografiado. No podíamos irnos de allí sin ver el desfile, así que decidimos hacer tiempo cenando y tomando algo viendo a la gente pasar. Dormíamos a casi dos horas en coche, en Cayo Largo, pero no podíamos irnos. Lo bueno estaba por llegar.
El desfile arrancó tras varios pases de perros policías rastreadores y aquello era sencillamente bestial. Montones de carrozas pasaban con gente disfrazada subida a ellas y tirando collares de cuentas de plástico al público. Nosotros recogíamos estos collares y nos los íbamos colgando (alguien sabe el motivo de lanzar estos collares?). Y no, no tuve que enseñar mis pechos para que me los lanzarán. Tengo tantos collares ahora mismo que tengo miedo que me paren en la aduana por contrabando con bisutería.
Incluso en una carroza vimos un famoso! Ron Jeremy es el personaje en cuestión... Seguramente muchos le conozcáis aunque ahora mismo no le pongáis cara. Tras dos horas de desfile todo acabó y nosotros todavía teníamos un largo camino a nuestro motel por una carretera que de noche y sin luz se torna aburrida y sin encanto.
Sin lugar a dudas deberíamos de copiar esta fiesta y dejar atrás nuestras rancias cabalgatas de reyes en las que se tiran caramelos. De hecho hasta el famoso Orgullo gay de Madrid es aburrido comparado con él Fantasy Parade de Key West. Si el wifi me lo permite, subiré un vídeo de la fiesta porque merece la pena verlo, aunque eso sí, sólo para estómagos Fuertes y gente no impresionable.
Pasada la medianoche llegamos a nuestro hostel agotados de todo el día. Era hora de dormir. Mañana visitaremos el parque nacional de los Everglades si el tiempo nos lo permite. Estoy teniendo problemas con las fotos, pero prometo subirlas! o incluso el vídeo porque de veras que esto es digno de un programa de Samantha Villar.
Me está encantando todo! Que recuerdos jeje
ResponderEliminarMuero por ver ese video! Besitos!
Video video video
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