sábado, 5 de noviembre de 2016

Descubriendo la Séptima Maravilla del Mundo

Mérida, 4 de noviembre de 2016

Sí, sí. Hoy dormimos en Mérida, pero aquí no hay Anfiteatros romanos. Mérida está a unas dos horas en autobús de Valladolid y es otra ciudad colonial situada al oeste de la Riviera Maya. Desde Valladolid son algo más de dos horas en bus y tiene dos sitios arqueológicos cercanos muy interesantes, Uxmal y Mayapan.

Pero antes de llegar a Mérida hemos hecho muchas cosas, incluida una visita a una de las siete nuevas maravillas del mundo. Nos levantamos en la Hacienda sobre las 8 de la mañana. La trabajadora del lugar nos tenía preparado un rico desayuno con frutas del Yucatán, café y tostadas. De allí cogimos un taxi que nos dejó en el centro de la ciudad y allí un colectivo que por 30 pesos nos llevó a Chichén Itzá. Los colectivos salen cada muy poco tiempo en cuanto se llenan y la verdad no tardan en llenarse.




La gente de Valladolid dirá que Chichén Itzá está a 30 minutos, pero lo cierto es que en llegar tardas casi una hora. Según llegamos nos cayó una tormenta de dos minutos, pero despejó al instante y nos hizo un día maravilloso. Hacía calor, pero era soportable. Estar en la explanada de Chichén Itzá sin sombra puede ser mortal. La entrada son 162 pesos y como curiosidad hay que hacer dos cosas para pagar, una para la parte federal y otra para la estatal (ya podían apañarse entre ellos y no obligarnos a hacer doble cola, que entorpece mucho el acceso). Aparte aquí sí que cogimos un guía oficial por 325 pesos que nos explicó durante hora y media todas las cosas de interés del lugar.



Chichén Itzá significa "en la boca del pozo de los Itzá". Al parecer aquí se asentó una familia Maya debido a la proximidad de varios cenotes que eran fundamentales para ellos y su agricultura. El guía nos contó algo de la historia moderna del lugar. Al parecer todo el terreno, incluida su famosa pirámide principal, fue comprada por un americano en 1904 por 75 dólares. Este hombre expolió buena parte de la ciudad y extrajo del cenote bastantes de las ofrendas que habían sido lanzadas por los mayas siglos atrás. Parte de todas estas cosas que extrajo, las sacó de forma ilegal de México y las donó a la universidad de Hardvard.



Casi peor fue el destino que corrió después el asentamiento, comprado por una rica familia mexicana en los años treinta del siglo pasado, usaron las piedras de sus construcciones para edificar un hotel que se encuentra todavía pegado al sitio. Hasta hace relativamente poco la carretera estatal pasaba por allí mismo y la gente se paraba en el arcén para hacerse una foto con la pirámide principal, hoy una de las siete nuevas maravillas del mundo.



No fue hasta 2004 cuando el gobierno mexicano recompró Chichén Itzá y por fin dejo de ser algo privado y su conservación y mantenimiento pasó a manos públicas. Con este pasado sorprende que todavía existan edificaciones en pie en la parcela. Según se accede al recinto lo primero que vemos es la impresionante pirámide maya. Aunque para ser precisos no es una pirámide ni un castillo, es un templo.



En su interior alberga otro templo de menores dimensiones ya que cada 52 años los mayas hacían un ritual de renovación. Este otro templo fue descubierto hace relativamente poco. En la actualidad no es posible ascender a la pirámide y sólo dos de las cuatro caras están totalmente restauradas. Como curiosidad, si te colocas frente a las escaleras y das palmas, el sonido rebota en las escaleras y se siente como un sonido metálico o de pájaro. Es muy curioso y se puede ver a los grupos de turistas continuamente dando palmas para probar la acústica del lugar.



A las 19 hay un espectáculo de luces todos los días que además hasta el momento es gratuito, pero nosotros no hemos podido verlo aunque en las fotos se ve muy interesante. A la izquierda del complejo se encuentra la cancha del juego de pelota. Es la más grande de toda la zona del Yucatán con 168 metros de largo. El juego de la pelota era un ritual que se hacía y consistía en un partido de 7 contra 7 en el que sólo con las rodillas, la cadera y los codos y ayudados eso sí de un bastón, los jugadores debían introducir una pelota de caucho de tres kilos por uno de los dos discos que se encontraban elevados varios metros sobre las paredes laterales.



Los partidos podían durar varios días, y el capitán del equipo ganador era sacrificado a los dioses como ofrenda. Para los mayas ser sacrificado era un privilegio ya que creían en otras vidas. Desde el lugar de juego es difícil de imaginar cómo podían conseguir meter la pelota por uno de estos pequeños agujeros. Al contrario que en Cobá en Chichén Itzá sí se realizaban sacrificios humanos. Tanto del ganador del juego de la pelota, como de niños, mujeres y hombres en el cenote y de guerreros en el templo de las mil columnas, situado al fondo del conjunto.



Hay otro conjunto de edificaciones andando hacia el lateral de Chichén Itzá bastante bien conservadas. Entre ellas destaca el observatorio, desde donde los mayas contemplaban el cielo a través de unas conchas llenas de agua y que se caracteriza porque es el único edificio circular de la zona. Está todo bastante conservado y merece la pena acercarse a verlo.



Más allá del observatorio, el templo de las mil columnas, la cancha del juego de pelota y Chichén Itzá, el resto de ruinas que se conservan no tienen tanto interés pero pasear por ellas es todo un placer. Al fin y al cabo es probable que sólo visitemos Chichén Itzá una vez en la vida.

De vuelta a Valladolid pensamos que era buena idea darnos un baño en alguno de los cenotes de la zona. De los más famosos son Sacmulá y X'keken, ambos a 10 minutos en taxi de Valladolid. Llegar a ellos en taxi nos costó 80 pesos y la entrada a ambos 100 pesos más. A la entrada se pueden alquilar chalecos, snorkel y taquillas por 20 pesos. No hay mucho riesgo de robo, así que nosotros fuimos con nuestras mochilas.



El primero de los cenotes que visitamos fue el de Sacmulá. Se bajaba por unas escaleras y daba a una cavidad poco iluminada. La luz natural entraba por el agujero situado en lo alto en el centro del cenote. El agua estaba un poco fría y había zonas donde no se veía el fondo. La sorpresa vino cuando nos quedamos parados en una zona poco profunda en el centro del cenote y los peces pequeños empezaron a comernos las pieles muertas de los pies y las piernas. Vamos como un "fish spa" de los que hay por España pero al natural. La verdad es que a nosotros, que jamás nos ha llamado la atención estas cosas, nos daba bastante cosilla notar como los peces te mordisqueaban. Cuando te movías ellos se iban, pero volvían al instante.



De este cenote fuimos a X'keken que se encontraba a 300 metros andando. El agujero superior era bastante más pequeño y estaba menos iluminado. En la parte superior de la caverna había cientos de murciélagos revoloteando y en el agua había unos peces negros bastante grandes que por suerte no eran como los pequeños que se acercaban a comer. El lugar era mucho más espectacular, con formaciones de estalactitas que crecían desde el techo hasta perderse en el agua. Es increíble poder nadar en un lugar así.




Cuando salímos de los cenotes ya era de noche, así que volvimos al centro de Valladolid para visitar la plaza de Armas y la Iglesia principal junto con sus calles adyacentes. Valladolid es un bonito pueblo colonial de casa bajas donde la gente hace mucha vida en la calle. Probamos las marquesitas, una especie de crepe que se vende en la calle muy fino y crujiente que se rellena de dulce o salado. Ellos lo llaman el crepé Maya. De ahí cenamos en una taquería de nuevo. Estamos deseando comer algo que no sean tacos, burritos o similares, pero es lo que toca en México.



De allí intentamos subir andando hasta nuestro hostel y tras más de media hora y preguntar a bastantes personas conseguimos llegar por pura suerte. Eso si aprovechamos el camino para parar en una pastelería a comprar algunos dulces. En la casa estaba el hijo de la dueña que se ofreció a acercarnos a la estación. Nuestro bus supuestamente salía a las 20,40 y el viaje duraba unas dos horas hasta Mérida, pero como es costumbre salió com media hora de retraso.



Llegamos a Mérida a medianoche y cogimos un taxi hasta nuestro hostel. La casa estaba cerrada pero después de llamar varias veces abrió una mujer muy agradable que nos enseñó nuestro cuarto. Aunque fuera se oía el alboroto de la gente de fiesta, nosotros nos duchamos y nos metimos en la cama agotados.

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