domingo, 6 de noviembre de 2016

Entre cenotes y tortugas marinas

Playa del Carmen, 6 de noviembre de 2016

A ver, para que nos vamos a engañar, el viaje en autobús fue terrible. Paramos en mil pueblos con nombres irrememorables con muchas equis y kas. Y muchos, demasiados, badenes que te despertaban cuando más o menos habías cogido la postura para dormir. Para colmo el bus nos dejó en una estación más alejada del hotel que la que ya conocíamos.

Cuando por fin agarramos la cama (que aquí lo de coger está muy feo), eran las 6 de la mañana. Nos levantamos pasadas las 9 para desayunar y volvimos a la cama hasta las 11. La idea para nuestro último día era ir por la mañana al cenote azul y por la tarde a la playa de Akumal, ambos lugares a medio camino entre Playa del Carmen y Tulum.



Lo primero que hicimos fue ir a por los billetes de autobús al aeropuerto para el día siguiente. Nuestro avión sale a las 7:55, así que nos tocará madrugar y coger el bus a las 4.30. Teniendo en cuenta la puntualidad mexicana, es mejor no arriesgar. El billete de vuelta al aeropuerto nos costó 168 pesos. Y tarda hora y media en llegar al aeropuerto de Cancún. Por cierto, hemos leído que al salir del aeropuerto es probable que tengamos que pagar una tasa de 65 euros. Hay vuelos que lo tienen incluido y otros que no, habrá que ver mañana.



De ahí fuimos a coger el colectivo rumbo al cenote azul. Desde playa del Carmen se tardan unos 20 minutos en llegar. La entrada a este cenote son 80 pesos y el alquiler de las gafas otros 40. No hay taquillas, así que es importante no perder de vista las pertenencias. Este cenote al contrario de los que habíamos visitado antes es totalmente abierto. Se pueden ver bastantes peces en él pero lo realmente bonito es nadar y disfrutar del paisaje y el agua. 



El cenote está dividido en dos partes, una apenas cubre y está llena de peces y vegetación ideal para hacer snorkel. La otra es más profunda y está más orientada al baño. Aquí hay una roca a la que se puede subir de unos 4 metros y desde la que te puedes tirar al agua. Incluso los más atrevidos lo hacen de cabeza. Este cenote es muy concurrido entre la gente local que vienen a pasar el día y a comer entre los árboles que rodean el lugar. Para ellos es una piscina.



Nosotros estuvimos algo más de dos horas. El día estaba despejado y se estaba muy agusto. Incluso dejamos que los pequeños peces nos comieran las durezas de los pies durante un rato. Al principio resultaba hasta desagradable, pero una vez que te acostumbrabas era gracioso. 



Del cenote azul nos fuimos a la playa de Akumal. Esta playa es famosa porque en ella se pueden ver tortugas en libertad nadando cerca de la orilla. Quisimos ir a probar suerte y a hacer un poco de snorkel. Antes de llegar a la playa comimos en un restaurante un poco apartado de una mujer de Belice llamada Imelda. El restaurante lleva su nombre. La mujer nos hizo un pollo delicioso con una salsa de calabaza y más allá de eso nos trató con mucho cariño, dándonos consejos de donde alquilar nuestro snorkel, cómo y dónde ver las tortugas, etc... Además tuvimos una sobremesa con ella muy divertida.



Imelda nos dijo que podríamos ver una tortuga, si teníamos suerte veríamos cuatro o cinco. Nos dirigimos a la playa. Alquilamos el equipo de snorkel y el chaleco, que al parecer es obligatorio (o eso nos dijeron, porque no estamos seguros de que lo sea) por 200 pesos hasta el final del día. Hay tours guiados, pero no es necesario contratarlos aunque intenten insistir en que lo hagamos. De hecho en esta playa es uno de los pocos lugares donde he visto a los mexicanos especialmente pesados y mentirosos con el turista. 



Dani se metió primero mientras yo esperaba con las cosas en la orilla. Salía muy contento, había visto una tortuga y algunos peces, entre ellos peces espada. Nos intercambiamos gafas, tubo y chaleco y procedí a meterme en el agua a ver si tenía la máxima suerte. La verdad es que alejarse mucho de la orilla para no hacer pie. La playa de Akumal tiene un arrecife relativamente cercano y las olas rompen lejos, por lo que sus aguas son muy tranquilas. 

Al poco de dejar de hacer pie vi la primera de las tortugas. Se movía lenta, con mucha tranquilidad y sin importarle en absoluto mi presencia. Comía del lecho marino y salía a respirar para volverse a sumergir. Su tamaño era bastante grande. Seguí nadando y encontré otra más. Esta tenía dos pequeños tiburones acoplados en su espalda que se dejaban arrastrar por ella. De repente me vi rodeado de veloces peces espada y otro banco de peces de colores.



En el fondo vi una especie de lenguado plano. Era increíble la cantidad de animales tan cerca de la orilla. Seguí nadando y vi más tortugas, incluso llegué a ver cuatro de ellas juntas y alguna incluso bastante más pequeña que jugaba a taparse con la arena. Tampoco quería molestarlas y acercarme demasiado a ellas, aunque en absoluto se las veía incómodas. Nadé a su lado e incluso alguna me dió un susto cuando la vi que la tenía a mi lado respirando.



Seguí nadando más hacia adelante y encontré un pequeño arrecife donde había montones de peces de colores. Era bellísimo y poder nadar a su alrededor todo un lujo. Salí corriendo fuera para decirle a Dani que se metiera de nuevo, que yo había visto muchísimas más tortugas. Él en la segunda incursión vio incluso dos rayas. Yo me metí por ultima vez, quería volver a disfrutar de aquello. No sabemos si fue suerte, pero pudimos ver muchísimas tortugas, algunas de ellas enormes. Akumal superó todas nuestras expectativas. La tarde caía y era momento de coger el colectivo a playa del Carmen de nuevo.



Había que gastar nuestros últimos pesos, cenar y hacer alguna compra. Yo quería una camiseta de las cervezas Corona y Dani una especie de silbato que imitaba el sonido del jaguar. Aquí en playa del Carmen las cosas son más caras, pero también era nuestro último día en México y no teníamos que cargar con todo durante la ruta. Una de las avenidas se había cerrado y las tiendas habían sacado sus cosas a la calle para venderlas. Quien no tenía un DJ pinchando música a todo volumen, tenía un hombre que sorteaba ropa entre los compradores. Todo un espectáculo.

Aquello era un poco locura. En el centro castillos hinchables y puestos de comida y marquesitas. En los laterales cada tienda intentaba atraer a los compradores de un modo distinto. Hicimos nuestras compras, cenamos en un sitio de hamburguesas cerca de la quinta avenida y nos fuimos a descansar. Había que madrugar para coger nuestro avión a Cuba.



Esta ha sido mi segunda visita a México y la verdad me ha gustado tanto o más que la primera. La Riviera Maya es mucho más que sus playas turísticas y Chichén Itzá. Los cenotes, Cobá, Mérida, Uxmal, Akumal y cada uno de los lugares que hemos visitado nos ha maravillado. Una vez más he podido comprobar la hospitalidad del pueblo mexicano y la seguridad de un país que no siempre sale bien parado en las noticias. Seguro que no será mi última visita a México.



Toca poner rumbo a Cuba, espero encontrar alguna conexión wifi para actualizar el blog estos días. Si no es así, seguiré escribiendo y actualizaré con todo lo que ocurra allí el día 13 cuando volvamos a Estados Unidos. Aviso, en los próximos días habrá una gran sorpresa....

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