domingo, 13 de noviembre de 2016

Intentando descubrir Cuba

Cienfuegos, 8 de noviembre de 2016

Nuestro patrón Rigoberto ya nos había planificado todo el viaje durante los próximos 6 días y a las 7.30 ya estaba tocando en nuestra puerta para que nos despertáramos. El desayuno no va incluido en el hospedaje y cuesta 4 CUC. Incluye guayaba, piña, tostadas, café, tortilla con frijoles, zumo natural de mango y bollería.

Rigoberto nos había contratado un taxi colectivo para ir a nuestro primer destino dentro de la ruta, Cienfuegos. Los colectivos aquí no se parecen en nada a los de México. Son colectivos para turistas exclusivamente. Rigoberto nos dijo que podían ser cualquier cosa "hasta aviones con ruedas". En este caso era una furgoneta bastante nueva. Su precio 30 CUC por persona. También hay buses, por supuesto para turistas que son algo más baratos pero que tardan mucho más.



La sensación que nos está dando Cuba es que aquí el turista vive en una burbuja de la que le es imposible salir y es difícil conocer la realidad cubana por mucho que lo intentes. No sólo tenemos nuestra propia moneda con nuestros precios que como mínimo son 2,5 veces lo que un Cubano paga por lo mismo, sino que nos da la sensación de que estamos siguiendo un guión fijado por ellos del que aunque queramos es difícil salir. 

El camino de La Habana a Cienfuegos se puede hacer en dos horas siempre y cuando tengas coche, porque si vas con un cubano conduciendo es muy probable que acabes en un bar de carretera para turistas tirando durante 40 minutos. Y con esta situación fue con la que el pueblo cubano ha acabado con mi paciencia en un día consiguiendo un récord que será difícil de superar. Porque, seamos realistas, hay necesidad de parar 40 minutos para tomarse un cocktail y un Sandwich en un trayecto de no más de dos horas cuando tus siete turistas están esperando a que acabes para continuar el viaje? Hay necesidad de que en este bar nos reciba este pobre cocodrilo disecado que pasará su eternidad tocando las maracas con un pañuelo y sombrero ridículos  y una piña tapándole las vergüenzas? No, amigos, no. 



Así que ya, cuál Angry Bird llegué a Cienfuegos, donde la sensación de encontrarme en el show de Truman creció exponencialmente. Le dijimos al conductor que nos dejara en algún sitio donde pudiéramos alquilar un coche. Si conseguíamos alquilar un coche nuestra salud mental mejoraría y ganaríamos muchísimo tiempo entre trayectos. Antes de llegar a Cienfuegos nuestro conductor llamó a alguien a quien le dijo que le llamase desde su teléfono a alguien pero que nadie le viera ni escuchara. Estas son las cosas que nos hacen pensar que estamos siguiendo el camino que marcaron para nosotros desde que entramos en el aeropuerto.

Nos pararon en el aeropuerto. Allí había dos oficinas de alquiler, y ambas tenían coches fuera, pero por algún motivo no nos querían alquilar un coche. Decían que eran para otros clientes en los próximos días, pero cuando le dijimos que nos lo alquilara al menos un día nos dijeron que no. Resignados fuimos al centro de Cienfuegos. Nuestro objetivo era dejar las mochilas en la casa donde nos íbamos a quedar y de ahí irnos a El Nicho. Unas cascadas naturales situadas en las montañas entre Cienfuegos y Trinidad, pero nos dimos de bruces contra Ana María, nuestra nueva patrona. 




Ana María era la dueña de la casa en la que nos quedamos. Era como la Gran Mama... Adorable por fuera, pero con algo detrás que te hacía desconfiar. Nos cambió los planes pero por algún motivo es como si anulara nuestra capacidad de decisión sin que pongamos oposición. Hoy nos quedábamos en Cienfuegos y al día siguiente ella nos contrataría un taxi que por 60 CUC nos llevaría a El Nicho y nos dejaría en Trinidad. Aceptamos su guión y le preguntamos por una playa cercana. Nos habló de Rancho Luna, a unos 15 km de Cienfuegos. Diana le dijo que si podíamos alquilar una bicicleta para movernos y ella le respondió que no quería una bicicleta, que cogieramos taxi. Mejor fue la reacción cuando Dani le dijo que aquí el Internet es complicado de conseguir. Ana María le miró y mientras se alejaba le dijo "quien dijo que no hay internet, claro que hay..." De una forma tan misterios que nos dio que pensar que hay algo oculto que ni conocemos ni se nos será revelado durante nuestra estancia. Nadie rompe la baraja y muestra las cartas con la que juegan los cubanos y está claro que con las cartas con las que se nos permite jugar, es imposible ganar la partida.



Salimos a conocer Cienfuegos. La ciudad no es muy grande para ver, un par de avenidas principales y un montón de calles adyacentes con edificios similares a los de la Habana pero mejor cuidados. Para no perder mucho tiempo comimos unas pizzas y unos espagueti en una pizzería cubana. Lo que para ellos era un tercio de CUC, para nosotros era uno entero, por cuatro euros comimos. Las pizzas estaban buenas aunque básicamente sean una masa de pan con tomate queso y algo de jamón encima.



De ahí fuimos a la famosa heladería Copelia que se encuentra por todo Cuba. Aquí el rasero también era distinto para cubanos y turistas, ya no sólo en el precio sino también en la presentación del helado. Por qué a nosotros nos lo ponían en una copa (de plástico eso sí) y a ellos en un bol? Esta diferenciación continúa es lo que nos está provocando más rechazo del país. Yo entiendo que se me cobre más por ser turista, incluso que se me medio time, pero esto puede con mi paciencia. 



No quiero dar la impresión de que Cuba no nos está gustando, todo lo contrario, pero esto nos enfada. No hay forma de salirse del camino marcado para el turista. Todo es una falsa libertad de elección, o como lo hemos titulado, una "Libertad Vigilada". En la plaza principal cogimos un taxi que nos llevó a Rancho Luna, la playa de Cienfuegos. La playa era muy bonita y el mar era estupendo. Allí pasamos la tarde hasta el atardecer entre baños y cervezas.



En el camino de ida y vuelta preguntamos a nuestro taxista por distintos temas de la sociedad cubana. Él posiblemente haya sido la persona más sincera que nos hayamos encontrado. El hombre antes de ser taxista trabajaba en temas de derecho y dirigiendo empresas. En ese trabajo ganaba mucho menos de lo que ganaba con el turismo. El sueldo medio de un cubano es de 8 CUC y el de alguien que dirige una empresa son 16-20. Como taxista ganaba más solo con las propinas. Su hijo que también trabajaba con turistas ganaba el sueldo de una persona de un año en un mes. 

La pirámide en Cuba está totalmente invertida y la forma de ganar dinero no es estudiando, sino trabajando en el turismo. Nos habló de la cesta básica de la compra. Una cesta subvencionada que les permite comer pero que a todas luces cubre escasamente las necesidades básicas. Sólo los niños y las embarazadas tienen por ejemplo derecho a leche. Más allá de eso está el mercado libre donde los precios se multiplican en su propia moneda por 6 o incluso más dependiendo del alimento que sea. Incluso hay ciertos alimentos que tienen que comprarse en divisas y es muy complicado hacerse con ellos. La ternera por ejemplo tiene un precio prohibitivo. La ropa también es carísima y un pantalón puede ser el sueldo de un mes. Por contra, y aunque parezca mentira la sanidad es de calidad y les cubre absolutamente todo. Lo básico está cubierto, todo lo demás es prácticamente inalcanzable.



A la vuelta le pedimos que nos dejara en el malecón de Cienfuegos para volver andando. El malecón no es como el de La Habana. Sólo una pequeña parte va paralela al mar. Volvimos a nuestro hostel para ducharnos antes de cenar. La cena la hicimos en un paladar cercano a la casa donde nos alojábamos. Unas gambas rebozadas, un arroz con gambas, un filete de pollo "Golden Blue" (que entendemos que será Cordon Bleu) y varias cervezas nos costaron 30 pesos Y supuestamente era uno de los lugares más baratos a los que podíamos ir. 30 pesos es el sueldo de dos meses, y a nosotros como turistas nos lo cobran por una cena.

De allí nos fuimos a dormir pese a que no eran más de las 22:30 de la noche. Cuando llegamos Ana María estaba viendo la televisión, se fue a la cama a la vez que nosotros, como si estuviera esperando a que llegáramos a casa. Sí, puede parecer desde fuera que es algo paranoico o que incluso se nos ha ido la pinza, pero todo esto resulta tan curioso, jamás hemos estado en un país así. Y vale que nos estamos quejando porque no podemos ir más allá ni dejar de ser tratados como turistas, pero en el fondo lo estamos disfrutando como enanos, porque estos siete días que estemos aquí van a dar muchísimo de sí.


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