La claridad que entraba por las ventanas del cuarto nos despertó sobre las 8 de la mañana. Tras el desayuno, mientras preparábamos la mochila llamaron a la puerta de la casa preguntando por Dani. Era el taxista que nos trajo la noche anterior. Al parecer a Dani se le había caído la cartera con todo su dinero y la documentación en su coche y la había encontrado esta mañana limpiando el vehículo. El hombre, nos la había traído con absolutamente todo. Tuvimos muchísima suerte.
Elisa, la dueña de la casa, se ofreció a acercarnos al centro con su coche. La amabilidad mexicana es enorme, nos ahorramos el taxi y ganamos en comodidad. Desde Mérida pueden visitarse distintos asentamientos que están a algo más de una hora. Por un lado está Mayapan, bastante similar a Chichén Itzá pero más pequeño. Elisa nos recomendó ir a Uxmal por ser más importante y grande y algo diferente a lo que ya habíamos visto y la hicimos caso.
En Mérida hay dos estaciones, una para turistas de primera clase y otra que va a los pueblos y es la que usan la gente local. Lo primero que hicimos es dejar nuestras mochilas en la consigna de la estación para no cargar con ellas todo el día. Para visitar Uxmal hay un autobús que sale a las 8 de la mañana de la estación local y hace lo que se denomina la ruta Puuc y que recorre este y otros asentamientos, dándonos tiempo en cada uno de ellos. Nosotros no habíamos madrugado tanto, así que cogimos un bus que por 60 pesos nos dejaba en la entrada de Uxmal.
Allí en la entrada, aparte de un buffet y el museo del chocolate no hay mucho más que ver. Uxmal se puede ver con bastante tranquilidad en algo más de dos horas y media. La entrada es bastante cara, unos 220 pesos, casi lo mismo que Chichén Itzá. Según se entra lo primero que nos encontramos es la pirámide del adivino. La estructura es ligeramente circular por ambos lados y difiere bastante de otras pirámides mayas.
Por la parte de atrás comunica con los patios del palacio del gobernador y se ve mucho más imponente. Lo mejor de Uxmal sin duda es que no son muchos los turistas que llegan hasta aquí, por lo que pasear por estas ruinas casi en soledad es todo un lujo, y eso que había un par de niñas que no paraban de llorar y quejarse y daban ganas de hacer un sacrificio Maya con ellas ya que se las lía en todo el complejo.
Uxmal está bastante restaurado y en general cuenta con un buen grado de conservación. Puedes pasear por el interior de sus palacios y estructuras y subir a lo alto de los edificios cuyas escaleras además son de las mejor cuidadas y menos peligrosas de todas las que he visto. Desde lo alto las vistas del lugar son imponentes. Podemos ver la pirámide del adivino, la cancha del juego de pelota (bastante más pequeña que la de Chichén Itzá eso sí) y sus distintos Palacios.
Las iguanas en Uxmal campan a sus anchas y aquí sí que podemos verlas en cada esquina, ellas son ahora las habitantes y las dueñas de este lugar. De algún modo Uxmal da más sensación de ciudad con sus distintos edificios y personalmente me ha gustado casi tanto o más que Itzá.
Antes de coger nuestro bus de vuelta pasamos por el museo del chocolate, situado en un edificio colonial de 1600 totalmente restaurado. No entramos al museo pero sí aprovechamos para comprar una tableta de chocolate Maya. La verdad estaba bueno, pero el de Lindt no tiene nada que envidiarle.
De vuelta a Mérida lo primero que hicimos fue parar a comer. Hartos de comida mexicana vimos un chino donde por poco más de 4 euros por cabeza comimos. Valladolid y Mérida han cambiado su hora al horario de invierno, no así la zona costera de Tulum y Playa del Carmen, total que aquí, cuando te quieres dar cuenta la noche te cae encima.
Antes de coger el autobús a Playa del Carmen, queríamos visitar Mérida. El centro de la ciudad sigue conservando el estilo colonial y está muy cuidada. Como nos dijo Elisa, Mérida es una ciudad muy segura y de hecho recibe mucha población de otras ciudades de México que vienen aquí a vivir por su seguridad. Lo que más llama la atención es la gran vida social que desprenden sus calles. El buen tiempo anima a hacer vida en las distintas plazas donde se reúne la gente y todos los días hay actividades programadas. Los sábados hay una proyección de vídeo sobre la catedral a las 21 y un concierto con música típica mexicana que llaman las noches de México en el paseo Montejo, uno de los núcleos de la vida nocturna de la ciudad.
Además hoy había un concierto de la banda de la policia para "acercarles" a los ciudadanos, pero no era un concierto sinfónico, era una auténtica banda de pueblo cantando boleros para los ciudadanos que bailaban bajo el escenario cual verbena de pueblo veraniega. Una de las cosas que más nos ha gustado es la vida callejera nocturna de la ciudad.
Imprescindible la visita a la casa Montejo en la plaza principal. Es gratuita y consta de tres salas con distintos salones con sus muebles de época. También se puede visitar el palacio de gobierno donde había una serie de murales bastante crudos sobre la colonización de los españoles. En uno de estos murales había un Maya saliendo de una mazorca de maíz. Al parecer para los mayas el hombre no provenía de la creación de dios ni por supuesto del mono, sino que salimos de una mazorca.
Seguimos paseando por distintas plazas hasta llegar al famoso paseo Montejo, cerrado al tráfico para que la gente pudiera ir en bicicleta. Al fondo había distintos puestos de comida y el escenario donde a las 20 empezaban las actuaciones de las noches de México. No pudimos verlo, había que volver a la estación a recoger nuestras maletas de la consigna antes de las 9.
Por el camino vimos una especie de escarabajos-broches vivos que al parecer se compran para las mujeres. Los bichos vivos son decorados con piedras y las mujeres se los cuelgan en su collar. Todo proviene de una leyenda de una joven que traicionó a su padre enamorándose de un hombre que no era con el que la habían prometido. El padre como castigo pidió al brujo que convirtiera a su amante en un escarabajo y ella lo cubrió de oro y joyas y lo llevo siempre consigo. Si alguien piensa en comprarse uno de estos "broches" que por favor piense en el control de aduanas y las plagas que puede traer a España con una cosa de estas. Aquí tenéis la foto de los adorables bichos.
Llegamos a la estación sobre las 20:50 pero hasta las doce no había autobuses de primera a Playa del Carmen. Fuimos a la otra estación y por suerte había un autobús a las 21:55 pero eso sí, paraba por todos los pueblos habidos y por haber y llegaba a las 5.30 de la mañana. Lo bueno que costaba la mitad que el resto, y para alguien un poco artillarlas como yo, es una oferta que no puede rechazarse.
Como olíamos a muerto de estar todo el día de paseos con la mochila de arriba a abajo, vimos que cerca de la estación podían alquilarse habitaciones por dos horas por 100 pesos y allí que nos fuimos a duchar para al menos adelantar eso cuando llegáramos a las 5 de la mañana y podernos meter en la cama. Sí, era una especie de picadero. De hecho lo primero que nos preguntaron fue si sólo íbamos a ducharnos. Como nuestras intenciones eran solamente higiénicas, nos metieron en una habitación al lado de recepción. Limpia, lo que se dice limpia no era, pero a mí me valió.
A las diez de la noche cogiamos nuestro bus para deshacer todo el camino que habíamos recorrido los cuatro días anteriores. Nuestros días en la Riviera Maya se están agotando.
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